Hace un rato, mientras venía caminando al trabajo, me he dado cuenta de que, pese a vivir en el noreste de la península, aún es de noche cuando entro a las ocho a trabajar. También es de noche cuando salgo a las seis y media.
Necesito la luz eléctrica para realizar mi trabajo, para vestirme, para poder caminar por la calle... En realidad no veo la luz del día salvo el rato que salgo a comer y no sé si eso me acaba de gustar.
Me gusta el sol y los días luminosos y azules. También me gusta la calidez de la luz eléctrica de un flexo en la noche, ayudándote a leer, estudiar, trabajar en tu ordenador o simplemente no hacer nada, pero como la luz del día no hay nada igual.
Pienso si somos como polillas, revoloteando alrededor de una farola solitaria, sin darnos cuenta de lo mucho que necesitamos esa luz y del mal que nos puede hacer.
3 comentarios:
La luz del sol es buena para la mente tio, es necesaria. Yo, cuando entro y salgo por la noche, esa semana no soy el mismo, me transformo. El astro rey debe iluminarnos. Un abrazo
Cuánta razón tienes, juer.
Yo entro a las 8 o así y casi no hay luz. Salgo a las 5 y media y ya es casi de noche. Echo de menos los días luminosos y que el aire me dé en la cara (si estoy en el descanso de comer no vale). Así que el fin de semana me transformo, como ha dicho sibenik, creo que cuando puedo respirar un poco más el día y no estoy encerrada en la oficina hasta tengo mejor cara y todo.
con lo nocturna que soy... difiero un poco de lo que dices. Pero estoy segura de que si me faltara la luz del día, la echaría de menos. Saluditos.
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