¡qué película más divertida, Beetlejuice!
Esta entrada son unas líneas, una "tontá" que diría el amigo Angelillo que se me han ocurrido. Es un mini relato que he escrito.
Espero que os guste.
Espero que os guste.
Nuevos tiempos
La Muerte guiñó varias veces los ojos, molestas y sorprendidas sus pupilas por la intensa luz.
Se sintió momentáneamente perdida, desorientada. Hacía un momento estaba trabajando. Encargándose de los ocupantes de un ferry en el Mar del Coral. Y ahora, sin saber cómo, se veía caminando por un extraño y largo pasillo, sin puertas a sus lados, con aquella brillante luminosidad al fondo. ¿Dónde estaba ahora?
Intentó protegerse la vista echándo hacia delante su capucha, pero eso le hizo tropezarse con su vieja guadaña.
Trastabillando llegó al final del pasillo. Allí, con sorpresa, contempló cómo una funcionaria, de impecable aspecto, se dirigió a ella.
- Su documentación, por favor – le inquirió tras la ventanilla -.
- Soy La Muerte – repuso, no sin cierto tono de desagrado ella, -. No necesito documentos.
- Esto nos supondrá una pequeña contrariedad – le contestó la eficiente trabajadora -. Necesito que firme aquí y aquí, por favor, y que deposite sus objetos personales en la bandeja que tiene a su derecha.
Por primera vez, a lo largo de su dilatada existencia, La Muerte no supo qué contestar o hacer. Ante su turbación, la atenta funcionaria consideró necesario darle una aclaración:
- Posiblemente usted ya no lo recuerda, pero trabaja para Death World Corporation, empresa líder en el sector de la reordenación y equilibrio entre los vivos y los muertos. La situación económica y social actual nos obliga a efectuar ciertos cambios, ajustes lo podríamos llamar, en el personal de nuestra empresa. Es por este motivo que nos vemos obligados a prescindir de sus servicios.
- Pero… yo soy La Muerte… soy necesaria… ¡qué será de la empresa sin mí! ¡Soy imprescindible! ¡Todo el mundo me conoce y me teme!
- Lo lamento mucho, - contestó aquella amable joven – pero es una decisión que ya está tomada. Y además ya le hemos encontrado un sustituto. Puede irse.
La Muerte, desnuda, sin su guadaña, sin su capucha, sin su sonrisa, empezó a caminar sin saber a dónde dirigirse. Mientras marchaba, se abrió la puerta de un despacho. Un joven, con un elegante traje, pelo engominado peinado hacia atrás, y un iPad 3 bajo el brazo estrechaba la mano a un anciano vestido con una túnica blanca.
- Estoy seguro de que, al igual que su antecesor, desempeñará usted perfectamente su función – se oyó decir al anciano –. Y no se olvide, los mercados y la prima de riesgo, ahí está la clave de su nuevo trabajo.
alcorze abril 2012