Han sido tres meses de verano en los que la ciudad estaba diferente, con un aire como de fiestas del Pilar y de alegría, en los que me lo he pasado francamente bien.
Me gustó el tema elegido de Agua y desarrollo sostenible ya que pienso que es algo fundamental para cuidar al mundo y a las personas que en él habitan o que lo harán en el futuro.
Casi no me han quedado pabellones por ver (aunque tampoco nos hemos agobiado en verlos) y hemos visto muchos espectáculos de teatro, animación y grandes conciertos en el Anfiteatro 43 y en el Balcón de las Músicas.
El sábado estuve viendo a Calamaro pero no lo disfruté demasiado ya que hacía mucho frío, con un cierzo helador, y había tal mogollón de gente que no pude entrar al recinto y lo tuve que ver desde fuera. Más de cuatro horas antes ya había cerca de dos mil personas esperando para entrar y conforme fué cayendo la noche, empezaba a las once y media, la cola se fué haciendo más y más grande. El concierto en el aspecto técnico estuvo bien, con la colaboración de Jaime Urrutia, pero en mi caso entre que no soy su fan número uno, el frío y el estar por fuera del anfiteatro hicieron que no me implicara mucho en él.
También aproveché para ver la última sesión, la de la una y cuarto de la madrugada, de El hombre vertiente en la que entré de casualidad porque me acerqué a ver si podía entrar pero ya habían cerrado las puertas y limándole la bola un poco al de la puerta (el que no llora no mama) nos dejaron entrar a los que estábamos allí.
Ayer por la mañana estuvimos también y vimos sin tan apenas esperar el pabellón de Japón, uno de los más bonitos, y del que destaco lo educados y organizados que son los japoneses y, como hace 200 años, hacían ya cosas relacionadas con el reciclaje, limpieza, etc que para nuestra sociedad actual son muy difíciles de asumir.
Me da pena que se acabe. Pero todo tiene un final y supongo que ahora lo que nos queda es ese agradable recuerdo y el saber que yo estuve allí.
Gracias y hasta la vista!!!
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